Se acerca la época del año donde más consumimos, y nuestros hijos escriben sus cartas ilusionados sabiendo que alguna de sus peticiones (sino, todas) llegarán en breve de la mano de Papa Noel o en los sacos de los Reyes Magos. La ilusión con la que reciben los regalos es a veces efímera, y pronto los dejan de lado, acumulando en casa: juegos, juguetes, material escolar y disfraces que a penas usan. Entonces, ¿por qué no los donamos, en vez de tenerlos en casa cogiendo polvo y ocupando armarios?